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Proyecto: “Acasa Luan” XXXX Una reminiscente visión

Sombras del Pasado III

Por Rhuna.

Después de la conversación con Lisbeth, Rhuna comenzó a sentirse inquieta. No podía sacar de su mente la figura siniestra que había aparecido en la habitación ni los fragmentos de recuerdos que había recuperado. Aquella noche, mientras todos en el castillo dormían, Rhuna escuchó unos susurros procedentes de uno de los corredores oscuros.

Siguiendo el sonido, caminó lentamente por el corredor, con aura mágica y santuario, lista para cualquier amenaza. A medida que se acercaba, los susurros se intensificaban, formando palabras ininteligibles. Al llegar al final del corredor, encontró una puerta antigua y desgastada, de la cual emanaba una fría brisa.

Con cautela, Rhuna abrió la puerta. Al hacerlo, una ráfaga de aire frío la envolvió, llevándola a una dimensión desconocida. Estaba en una habitación espejada, donde las paredes reflejaban imágenes retorcidas de su pasado, incluido el rostro del Liche de ojos amarillos. Aterrorizada, intentó escapar, pero las salidas se desvanecen ante ella. De repente, desde una de las esquinas, emergió una figura encapuchada. Su voz era gélida y sus palabras resonaban con eco en la estancia: “Bienvenida de nuevo, pequeña gnoma. Has vuelto al lugar donde una vez te atreviste a desafiarnos”.

Rhuna, reuniendo coraje, respondió: “¿Quién eres y qué quieres de mí?”

La figura retiró la capucha, revelando el rostro de la malévola comandante Draconiana Zirei. “Te he traído aquí porque necesito que completes el ritual del candelabro. El que intentaste con los Liches. Tienes una habilidad única, y me será útil”.

“No ayudaré a alguien que me ha causado tanto dolor”, declaró Rhuna con firmeza.

La Draconiana rió siniestramente y levantó su mano, mostrando el candelabro mágico. “No tienes opción. Si no lo haces, quedarás atrapada aquí para siempre”.

Desesperada, Rhuna buscó en su mente una forma de escapar. Recordando sus estudios mágicos, encontró un hechizo que podría ayudarla. Murmurando las palabras, un vórtice apareció detrás de la Draconiana, absorbiéndola y arrebatándole el candelabro. Al liberarse, La pequeña gnoma regresó a su dimensión, encontrandose sola en el corredor del castillo. La puerta antigua había desaparecido, como si nunca hubiera existido.

A la mañana siguiente, Lisbeth la encontró exhausta y pálida. Al escuchar la historia, la princesa decidió sellar ese corredor, asegurando que ninguna otra alma enfrentaría la misma pesadilla. Y mientras la vida en el castillo volvía a la normalidad, Rhuna mantenía el candelabro consigo, como un recordatorio de la fuerza que había descubierto en sí misma y de las oscuras entidades que aún acechaban en las sombras.